Sobre Promesas | Róyner Andrés Benítez Hernández

¿Han visto a un jugador en cancha y no lograr una completa referencia? Es lo más común. Vemos el partido, disfrutamos del espectáculo, quedamos con sensaciones colectivas, y claro, vemos los 22 en el campo, pero no hacemos el seguimiento individual que es tan importante para conceptuar sobre el futbolista, porque no tenemos algún interés particular.

Róyner Benítez es el caso. Lo vi alguna vez en el fútbol aficionado antioqueño pero sin seguimiento preciso, hasta que alguien escribió al WhatsApp: «¿Ya viste a Róyner el de Águilas? ¿Merece un «Sobre Promesas»?

Organicé agenda y fui a verlo. Realmente son muchos los jugadores, padres de familia y hasta empresarios que nos «recomiendan» jugadores, pero tiene que haber un clic para incluirlo en la lista, y cuál mejor que verlo jugar y sentir que pasan cosas.

Su nombre es Róyner Andrés Benítez Hernández, aunque le gusta hacerse llamar Róyner Moreno. Un cambio de apellidos difícil de explicar, pero que tiene que ver con el apellido que utilizaba su padre, que tampoco era el oficial, pero le gustaba el «Moreno» por una preferencia familiar.

Nació en Cartagena en el año 2005 y se crió en el municipio de Turbaco, al sur de la capital bolivarense. Tiene tres hermanos: Dorley Andrea, Carlos y Jorge. Su infancia estuvo marcada por el fútbol y el sacrificio de sus padres por sacar la familia adelante. En 2017, cuando Royner tenía 12 años, su padre falleció a causa de un cáncer.

Para hablar de su familia agacha la cabeza, quizás se siente extraño al abrir su corazón a un periodista desconocido; pero no puede ocultar lo especial que es recordar, y extrañar, a sus queres queridos.

Róger Benítez, padre de Róyner

«Mi papá era portero, le gustaba salir conmigo a jugar, a enseñarme cosas. Lastimosamente, él había sufrido un fuerte golpe jugando fútbol cuando estaba más pelao y la mamá no le paró bolas. Él decía que le dolía, pero la mamá no le creía. Se le formó una masa y ya cuando estaba más grande le creció y se le acumuló al lado derecho del estómago y luego de eso murió», recuerda Róyner con nostalgia.

Róger Andrés, su padre, falleció con 29 años. Era su primer ídolo. Pero quedó su madre, Ruth Mary Hernández, quien ahora es el mejor motivo, su inspiración.

Comenzó jugando fútbol en Fortaleza FC, un equipo de Turbaco, a los 7 años. «En ese equipo ayudaban a los que tenían talento», recuerda Róyner refiriéndose a la beca que recibió, por la que no pagaba la mensualidad, como otros niños. Luego de estar 4 años en Fortaleza, pasó a Nueva Alianza, otro equipo de Turbaco, donde jugó hasta los 12 años.

Su llegada al fútbol antioqueño se dio gracias a un amigo de la cuadra, en Turbaco, que había venido a jugar al club Talentos Bellanitas. «Se llama Juan Pablo De La Hoz. Él habló con un profe que se llama Jonathan Cervantes que es el que está ahora al frente mío. Le dijo que en Turbaco había un niño que jugaba mucho. El profe fue, me vio jugar y me dijo que me viniera para Medellín».

Su madre no estaba muy segura de dejar a su hijo salir de casa con apenas 12 años, pero al ver que era el sueño de Roýner, aceptó. «Me vine para Medellín a jugar en el equipo Real Antioquia, y en el primer año la rompí».

Aunque recuerda con orgullo su llegada y su buen rendimiento deportivo, no esconde lo difícil que fue. «Ufff, eso fue muy duro. Yo en parte quería venir y en parte no. Cuando mi papá falleció yo había decidido no jugar más, su muerte me dio muy duro… Además era difícil dejar a mi mamá y a mi hermana solas, pero yo paré cabeza y mi mamá también me dijo: ‘mijo, si se está dando esta oportunidad, vaya, vaya que algo bueno le va a salir'».

Dejar Turbaco, alejarse del amor de la familia y el calor del hogar, aceptar el reto de luchar por un futuro incierto en el deporte … todo eso siendo un niño. «Los primeros meses me dieron duro, lloraba cada noche, me acordaba siempre de mi papá, de mi mamá… fue duro».

Su fuerza la encontró en la misma familia. «Pensaba en mi mamá, en mi hermanita, y pensaba que ahora sin mi papá, yo las tenía que sacar adelante». Doña Ruth Mary aún vive en Turbaco y vende fritos para ganarle a la vida. Róyner destaca la arepae’huevo y las caroimañolas que vende su mamá y confiesa que aparte de sus seres queridos, entre lo que más extraña también está la comida. «Me gusta mucho el pastel que viene arropado en una mata de platano, es muy sabroso. También un pescado con yuquita y pringuita frita. Desde que estoy en Medellín no he probado un pescado, solo cuando voy a la casa en diciembre».

En cuanto a la música, escapa a lo convencional. «Hasta los compañeros con los que vivo me reprochan por lo que escucho»: No trap, no reggaetón. Prefiere el vallenato y más si lo canta Diomedez Díaz.

Luego de 15 minutos de charla se acerca un compañero para apurarlo, el grupo está en el bus esperando para comenzar el retorno al oriente antioqueño. Róyner parece estar más en confianza y no se afana.

En el club Real Antioquia tuvo un destacado rendimiento durante tres años jugando con categorías mayores. En 2021, marcó 12 goles con la categoría Sub 16 y otros 16 con la categoría Sub 17. Tuvo opciones de jugar con equipos importantes del futbol aficionado antioqueño, incluyendo el club Arco Zaragoza, pero en 2022 se concretó su paso a Águilas Doradas.

Róyner Benítez juega como delantero, pero comenzó como volante creativo y también ha jugado como extremo.

Es goleador, intuitivo, inteligente. Se considera un jugador técnico, con buen posicionamiento y desplazamiento en la cancha. «Tengo unos movimientos muy buenos que es lo que le gusta a los profesores. Cuando me queda en el área no perdono, la que me queda la meto». A esas características, le suma garra y solidaridad: «Soy un berraco. Si no estoy claro en el partido, le corro a todo, hago mi esfuerzo máximo para que todo salga bien».

Es agradecido, recuerda con emoción a todas las personas que le han dado una mano como Jonathan Cervantes; en lo deportivo recuerda a Jorge Luis López de Fortaleza FC en Turbaco y además hace un capítulo aparte para hablar del entrenador Edward García de Real Antioquia: «una persona muy humilde, muy buena. Me ayudó mucho. Si no tenía zapatos o guayos, él me los daba; me ayudaba mucho con el transporte para los partidos, me llevaba en su carro. Le agradezco mucho porque también me enseñó muchas cosas como jugador, que cuando llegué a Águilas, se lo agradecí mucho».

Aunque nunca estuvo solo, ni ha pasado necesidades en Medellín, fueron muchos los esfuerzos individuales y familiares para crecer estando lejos. «Nosotros somos de muy bajos recursos. Mi mamá hacía muchos esfuerzos, empeñaba el televisor o prestaba plata para mandarme, porque en los primeros dos meses yo pagaba mensualidad, pero los profes vieron que mi mamá no tenía los recursos para mantenerme acá, entonces me becaron en la casa-hogar del club».

Los goles con Real Antioquia lo llevaron a Águilas Doradas en el 2022 y con el club del oriente antioqueño ha tenido un buen crecimiento, destacándose en los torneos del fútbol formativo y haciendo parte también del plantel profesional, lo que le ha permitido estar motivado, soñando con el debut y en condiciones óptimas para seguir evolucionando. Vive en la casa-hogar y ha llegado a recibir premios como parte del grupo, en los triunfos del primer equipo.

«Los del profesional me han tratado muy bien, son muy buenos, muy humildes y me ayudan, entre ellos Anthony Vásquez, Jeison Quiñones, Nicolás Lara, Juan Esteban Ávalo; hasta Orlando Berrío, que también es de Cartagena y en ocasiones nos ponemos a hablar». En esa relación con los jugadores de experiencia, ya van quedando buenas anécdotas. «En un entrenamiento, yo hice un mal movimiento y Marco Pérez me llamó y me explicó todo, cómo se debía mover un delantero en determinada jugada. Otro día, Anthony Vásquez me regaló unos guayos, con los que vengo jugando».

Róyner viene de menos a más, en lo futbolístico. No ha hecho parte de seleccionados departamentales o nacionales, pero lucha por llegar a la élite de otra forma, por otro camino. Ahora sus goles lo tienen cerca del plantel profesional y despertando buenos comentarios del cuerpo técnico comandado por Leonel De Jesús Álvarez.

Róyner Benítez en competencia de la Liga Antioqueña de Fútbol

Sus sueños son colectivos. «Quiero ser jugador profesional para ayudar a la gente que lo necesita de verdad, a los pelaos que no tienen para los guayos; ayudar a mi mamá y darle un buen ejemplo a los niños que vienen de abajo».

En la despedida y cierre de la nota le pedí un mensaje a sus padres, pero superando la invitación dejó un mensaje al fútbol, a la vida, al mismo futuro. Una sentencia que tiene tiene como premisa. «Madre, todo esto que estás haciendo, muy pronto lo verás reflejado en el campo y en la televisión. Todo lo que voy a hacer va a ser por ti, vamos a apoyar a todas las personas que lo necesitan. A mi papá, yo se que él desde el cielo está alegre, porque él me lo dijo, desde antes de morir me lo dijo, que yo iba a ser grande, y yo sé que le voy a cumplir eso. Así va a ser».

Róyner Benítez y su madre Ruth Mary Hernández

Mientras sigue haciendo goles y dando alegrías en Águilas Doradas, los objetivos se van acercando poco a poco. La idea de «sentir que pasan cosas» al verlo y analizar en la cancha, tiene una explicación: Róyner juega con un propósito. Por la familia, por la gente, por los que tienen menos, por él.

¡Éxitos goleador!


EBdT
Fútbol Escrito
Sobre Promesas
@tiagoaristi

Cortesía de fotos: Archivo personal y Águilas Doradas.

Un comentario

  1. Gracias por ese reportaje de roiner más que nadie sabe lo que a luchado desde que me lo traje desde turbaco a los 12 años siempre confié y estoy seguro que llegará lejos siempre me dijo profe jhonatan quiero salir adelante para cumplirle el sueño a mi padre ayúdeme y hay esta los resultados feliz tarde

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